Hay una especie de basura en mi ánimo que me impide pensar en cosas alegres. Supongo que ya he empezado a deshacerme por dentro, de una forma u otra. Es como una especie de vacío del que no puedo salir. No se puede salir de un lugar que jamás ha existido. Como vagando por la nada, sólo viendo sombras, escuchando gritos de terror y auxilio, observando caras monstruosas que sólo me piden que deje de sentir.
Me muero por hacer miles de preguntas a la nada. Preguntas de las cuales no quiero saber la respuesta.
Soy sólamente otra sombra más en este bosque perdido. Alejado de la mano de Dios. Aquí no hay nada, sólamente oscuridad, y unas manos ensangrentadas que aporrean teclas sin cesar, pero no escriben nada. La inspiración se está yendo, y siento que de mi sólo quedará la sombra de lo que fui, una cáscara muerta y vacía con un alma brillante que se evaporó cuando la oscuridad y la podredumbre la hubiera consumido por completo.
Siento a mi corazón latir odio, rencor, y resentimiento por pasados que ni siquiera me pertenecen, con arena en la sangre.
En este baile de sombras macabras, sólo me queda esperar, completamente solo, abrazado a las horas, escuchando al tiempo pasar, y susurrarme al oído que la mente también tiene fecha de caducidad, y que la mía está próxima.
Con las manos temblorosas, con la sangre brotando por todos mis poros. Un ente lacerante que sólo puede limitarse a escribir, y a pensar en lo que escribe.
Aquí, en la más absoluta soledad, rodeado de gente.
Queremos saber, sabiendo que si sabemos, dolerá.