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domingo, 16 de diciembre de 2012

Eva. (Sucia, dolorida, y desprolija).


Su lengua se solía volver gris, y muchas perfidias se despidieron de ella. Lo único que podía acariciar el suave tacto de los colores frente aquella estampa era su cabello, con la llama por definición metafórica. Todo estaba demasiado oscuro como para poder vislumbrar cualquier otra cosa que no fuera su pelo.

De pronto, Eva sintió una sensación de pura soledad, entre todo ese bullicio de gente, su cabeza viajaba a paso de tortuga por un túnel infinito. Sentía cómo le picaban los genitales de forma muy extraña. Sentía como su corazón latía muchísimo más rápido de lo normal, y cómo sus manos comenzaban a sudar irremediablemente.

Sintió deseos de contarle a alguien cómo estaba, pero para ello tendría que averiguar, realmente, cómo estaba. Ni ella misma era consciente de sus propios problemas. Simplemente ellos llegaban, se la follaban sin pedir permiso, y la dejaban en una cuneta, tirada, dolorida, lacerante, sola.

Su vida era una continua violación de su espíritu, pero sin la fortaleza mental que pudiera regalarle la costumbre del sufrimiento.

La gente pasaba por su lado, y su cuerpo se movía por inercia entre las calles de la ciudad. Otro leve picor invadió sus partes íntimas, y el entorno se oscureció aún más, lo que hizo que su cabello tomara la consistencia de una deflagración muy viva y violenta.

Escuchó su propia voz, llamándole desde un tiempo pasado, un tiempo que fue mejor. Se veía de niña entre fantasmas y mal olor,  dándole una margarita enorme que había encontrado entre las sucias hierbas de un adoquín pegado a la carretera al chico que le gustaba. Su cara, repleta de pecas vergonzosas, se estremeció y se llenó de tristeza al observar el pisotón a la flor de aquel muchacho, y toda la ilusión, la alegría, y la inocencia de la niña se evaporó por completo en ese preciso instante. Sintió el retumbar del pie impactando contra el suelo con la margarita de por medio, y observó con dolor el maltrecho estado en el que quedó instantes después de que el chico apartara el pie, y se diera media vuelta para marcharse corriendo sin mediar palabra. Pasó de la alegría más luminosa, a la desilusión más oscura que recordaba en su tierna infancia.

De pronto, y casi sin querer, su mente escapó del ensimismamiento, y  sus ojos verdes se abrieron de golpe, iluminando levemente el, prácticamente invisible camino que dejaba la gente al pasar a su vera. Brillaban más de la cuenta, como dos estrellas en mitad de la negra noche, rezumando sombras verdosas, haciendo desaparecer a todas las sombras que poblaban su imaginación y su recuerdo segundos antes.

Su cabeza se recreaba en su propia miseria. El picor del pubis pasó a recorrerle casi todo el cuerpo, pero sus manos no se movieron ni un ápice para poner fin al desagradable y diminuto surtimiento. Simplemente le daba igual.
Estaba sucia, despeinada, maltrecha, dolorida, con picores, con la nariz sangrante, con la boca seca, perdida y desorientada.
Imaginó, y sólo imaginó... que todo lo que pudiera haber dentro de su cabeza sería el menor de sus problemas.

5 comentarios:

  1. Tengo una pregunta que me gustaría que pudieras responder. Eva, realmente, ¿es una persona? ¿Existe? ¿Tú la conoces?

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  2. Eva es la mano con la que se hace la paja

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  3. La perfección no existe. Eva no existe. Muy ingenioso por tu parte confeccionar éstos textos y el personaje, que adquiere personalidad propia reflejando tus... ¿sentimientos, deseos, frustraciones? Termina la frase a tu gusto.
    Saludos.

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  4. Escribes bien señor Zstuk.

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  5. Sé que no te gusta que comparen a Eva con nadie, pero... me recuerda demasiado a alguien u.u

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