Todos los textos que se muestran en este blog son originales, y creados por Daniel Montes, administrador y creador del blog. Si ves cualquiera de estos relatos o textos en otra página que no sea esta, NO pertenecen a esa persona, y significa que han sido copiados.
Si te enteras de que alguien está usando los textos de este blog como si fueran de su propiedad, te ruego que me lo notifiques para tomar las medidas oportunas. ¡Gracias!

martes, 17 de diciembre de 2013

Sobre el independentismo catalán.

Este texto no está escrito por mi. Lo escribió en su día un familiar mío cuyo nombre no revelaré, por motivos obvios. Espero que, de formarse debate, se haga de forma cívica y sin insultos ni agresiones verbales. Si lo publico aquí es porque considero que este blog lo forman lectores inteligentes y con capacidad de diálogo y un mínimo de oratoria. 
Y sin más dilación, el texto:


 Los españoles deberíamos convocar un referéndum para darle la independencia a Cataluña. Seguro que prosperaría, y el resultado sería algo así:Cataluña se convertiría en un Estado independiente, como es hoy Túnez o Marruecos. No pertenecería a la Unión Europea, ya que, para ello, tendría que solicitar formalmente su adhesión y cumplir con los requisitos previos; esto podría durar años. Además, España tendría que dar el visto bueno para su entrada, y, podría oponerse durante más años todavía. Tendría su moneda propia que podría ser el “catalino”, por poner un ejemplo. Estarían separados de España y de Francia por una frontera bien definida, controlada por Aduanas, o por los antiguos fielatos, donde tendrían que pagarnos los correspondientes aranceles. 
Como no pertenecerían a la Unión Europea para conseguir cualquier mejora en sus relaciones con Europa tendrían que obtener el apoyo de España. Su moneda tendría un cambio flexible con el euro y probablemente se devaluaría con lo que, para evitar una inflación importada, tendrían que trabajar más que ahora, pagar más impuestos que ahora y ser más pobres que ahora. Los españoles allí residentes tendríamos pocas diferencias con el trato discriminatorio que recibimos hoy. Al estar en un país extranjero tendríamos que educar a nuestros hijos, como ocurre hoy, en catalán. Y si quisiéramos montar negocios, como ocurre hoy, tendríamos que hacerlo en catalán, o sea, que para nosotros los españoles habría poca diferencia con lo que nos ocurre hoy. Pero su trato hacia nosotros mejoraría porque les aportaríamos nuestra divisa, los euros. Y siempre al cambio saldríamos ganando.Para poder renovar su actual Carnet de Identidad español, los catalanes tendrían que demostrar que tienen una residencia fija en España y que pagan sus impuestos en España. Lo mismo les ocurriría con el Actual Carnet de conducir español, la tarjeta de la Seguridad Social , etc. Incluso les podríamos pedir Visado de entrada cuando quisieran hacer turismo en España. Nosotros, el resto de los españoles, nos ahorraríamos todo el coste que hoy nos cuesta su Seguridad Social, sus pensiones, su paro, sus vacaciones, etc. Y lo mismo con lo que nos cuesta hoy mantener a los inmigrantes que ahora residen allí, que cada vez son más numerosos, sobre todo los que provienen de países árabes. Todos los que tenemos el dinero en alguna entidad de allí, podríamos depositarlo en el Santander, o el BBVA o Caja Madrid, que al final revertiría en la empresas españolas; por no hablar de las participaciones que tiene las entidades financieras catalanas en las principales Compañías españolas, habría que obligarlas a devolver las acciones ya que, al no pertenecer a Europa, el gobierno español podría “nacionalizar” las mismas. Nos ahorraríamos todo lo que hoy nos cuesta la cantidad de Diputados y Senadores catalanes que nos desprecian. Sus viajes en primera a Madrid, sus estancias en hoteles de lujo, sus dietas, sus vacaciones, sus sueldos millonarios de por vida, sus guardaespaldas, sus comilonas, etc. Y serían sustituidos por Diputados y Senadores españoles que trabajarían por España. Nos ahorraríamos los traductores que ellos nos exigen, cuando solo por buena educación deberían hablar en español, idioma en el que todos nos entendemos. También ahorraríamos en las “embajadas” que tienen por todo el mundo. Dejaríamos de pagar a los Mozos de Escuadra que, por si no lo sabes, no los paga la Generalidad , sino el Ministerio del Interior, como a los Policías y a los Guardias Civiles, sólo que les paga más. Los ríos que nacen en España y luego entran en Cataluña podrían ser desviados para regar zonas secas de España, y no como ocurre ahora que hay que pedirles permiso para hacerlo así y que siempre lo deniegan. Además podríamos construir un buen pantano en el Ebro en la provincia de Zaragoza y convertir en regadío el desierto de los Monegros. El cava se lo pueden meter por el culo, ya que tendrían que pagar impuestos a la exportación, y no olvidar que el 80% del cava catalán se vende en el resto de España. Nosotros no tendríamos inconveniente en tomar champán francés (que con los impuestos saldría por el estilo de precio) o la buena sidra asturiana , que fresquita está de muerte, y los asturianos son unos chicos muy majos que se sienten orgullosos de haber iniciado la reconquista desde Covadonga. Si necesitaran dinero para hacer carreteras, para ampliar sus puertos y sus aeropuertos lo podrían pedir prestado a España, claro que, pagándonos los correspondientes intereses y gastos. Podrían tener su selección de fútbol, y el Barca jugaría la liga con el Nastic, el Reus y el Sabadell, así generaría buenos ingresos para futuros fichajes. Además, ganaría siempre la liga, ya que no tendría rival. Lógicamente Messi, Pujol, Busquets, Xavi, Iniesta, Valdés, Pedrito, Alves, etc. buscarían equipos más competitivos en España o Italia, pero esto, a los catalanes de pro, no les importaría mucho, lo importante sería “sus señas de identidad”. Pero por encima de todo, los españoles, nos liberaríamos de una buena cantidad de gente que nos desprecia, de políticos que solo piensan en su tierra, y de un montón de gente que nos usa según lo que les conviene y que muchas veces lo hacen con el dinero de los impuestos que pagamos el resto de los españoles. Será divertido verles allí macerándose en catalanismo. Y cómo, mirándose unos a otros, descubrirán con asombro lo pequeños que son al no pertenecer a España. Cataluña tendría entonces la dimensión que le corresponde. La de un País de paletos provincianos.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Yacer contigo.

Tirarte en la cama con ternura, arrancándote la ropa a tirones y mordiscos. Sacar toda mi pasión en forma de mirada ardiente, pulverizar todo atisbo de vergüenza entre nosotros. Que mis manos acaricien tu piel mientras tus uñas arañan la mía, y que el sudor y el placer sean los protagonistas. Que de nuestra comunión sólo nazca más pasión. Una redundancia de placer que rebotará en nuestros recuerdos hasta que nuestra vida se apague. Perderle el respeto a la naturaleza cuando las obscenidades se cruzan disparadas desde tu boca y la mía. Que tu saliva se convierta en un río con mi cuerpo por valle, con la lluvia personificada en un juego de dos, con nubes por ojos y por aroma el césped recién cortado. Que lluevas sobre mi, que te fundas con mi piel, que seas carne de mi carne.

Que tu sexo cabalgue sobre el mío hasta que las estrellas sientan vergüenza y envidia de nosotros a partes iguales, y que tus gritos rompan mis tímpanos, que tus dientes se claven en mi cuello, tus uñas en mi pecho, tus caderas sobre las mías ondeando como una bandera. La bandera de ese sentimiento de pura libertad que inunda los pulmones cuando acecha el climax más absoluto. Reventar en un estallido de colores brillantes hecho chiribitas en los ojos, y sentir dolor al no poder abrir más la boca y desencajarnos la mandíbula a base de gemidos. Tus tirabuzones ardiendo sobre los hombros, y tu mirada verde, tan brillante, asesinando mis pupilas, y sentir los ojos arder, llenos de arena. Romper la barrera del sonido en un orgasmo, romper todos los músculos de la tensión, con un sonido de cuerdas enjauladas en cadenas rotas por nuestro descaro, un látigo de acometidas y deseos carnales, desgarrarse la garganta en un gutural gemido que se eleve hasta la luna, la cual nos observará dormidos, relajados, juntos.

Y yacer contigo.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

España.

Si hay algo que me repatea las tripas son los extremos. Creo (o quiero creer) que vivimos en un mundo lo suficientemente civilizado como para poder aceptar con respeto y madurez las opiniones, ideas, deseos, o sentimientos de los demás. Y esto, desgraciadamente, en España, no ocurre. 
Vivimos en un país donde el más mínimo rechazo de una opinión política o social te hace situarte en el otro extremo instantáneamente, y no por que tenga que ser así o porque puedas decidirlo de un momento a otro, sino porque esta sociedad establece cánones condenatorios a las mentes libres. ¿Por qué una persona no puede caminar tranquila por la calle (o pasearse por sus redes sociales) sin recibir insultos, críticas y, en ocasiones, amenazas y agresiones? A mi me ha costado bastante sangre decir que amo a mi país, y que mi sentimiento patriótico está arraigado en lo más profundo de mi ser. Esto es algo que (la mayor parte jóvenes) la mayoría de gente no entiende. Porque sí, amigos, yo puedo luchar contra mis pensamientos, pero ¿contra mis sentimientos? Eso es imposible. Sólo pido que se deje de juzgar un sentimiento inocente y noble como es el patriotismo, porque esto sólo pasa en España. Los británicos exhiben sus banderas con orgullo y hasta grupos de música con influencia mundial (véase Iron Maiden) usan banderas gigantes para ilustrar sus conciertos. En américa es raro ver una sola casa sin la bandera ondeante y reluciente en el jardín. Y el lema coloquial de México es "Viva México, cabrones". ¿Y en España? ¿Quiénes el listo que se atreve a salir a la calle, o a dar la cara de forma pública y decir "Viva España" sin que le tachen de facha? Porque cuando "reconoces" (y mira que me entristece tener que usar esa palabra para referirme a este tema) que amas a tu país resulta que te ponen de hitleriano, militante de las juventudes del PP, o incluso de fascista y racista. ¿Por qué no puedo expresar un sentimiento que poco o nada tiene que ver con la política? ¿Por qué no puedo amar a mi país sin que se me tenga que colocar en un bando o en otro? ¿Por qué, y me lo pregunto seriamente, no puedo expresar el amor que siento por mi tierra sin tener que caer en la crítica social y en una amalgama de insultos y de intolerancia?
¿Por qué hay que demonizar a la gente que sale con el brazo en alto y la palma abierta esgrimiendo un saludo fascista, pero hay que dejar en paz a los que salen con banderas republicanas y con el puño cerrado? Os recuerdo, querido amigos, que ni la falangista ni la republicana son banderas constitucionales ni válidas. 
Nos quejamos de que España se rompe, de que España se va a pique, pero sin embargo nos centramos en una absurda lucha interna que nunca ha servido, sirve, ni servirá para nada, en lugar de arreglar nuestros problemas, unidos como Españoles que somos. Y todo esto, naturalmente, dejando al márgen la política, que insisto, no tiene nada que ver con el patriotismo.
Y lo que no entiendo es por qué ha de estar mal visto un bando y no otro.
Y lo que tampoco entiendo es por qué la gente pide un respeto que no demuestran tener ellos mismos.

Y creo... que el ser humano es mucho más complejo como para encasillarlo en la derecha o en la izquierda.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Psicótico amanecer.

La repulsión y el asco a veces se hace insoportable. La hedionda y miserable manera del actuar de la ignorancia a veces remueve los instintos más psicóticos y terribles que, queramos o no, descansan en cada uno de nosotros, como una bestia dormida, latente, esperando el resurgimiento desde el infierno, con un cuerpo humano como vía de escape. A veces, la ira y la furia ciegan tanto que es imposible pensar con claridad, y tus manos se manchan de sangre caliente, contrastando con la frialdad de tus actos. La hueles y la saboreas, pruebas ese delicioso manjar en una amalgama de sentimientos que ya no duermen en el sentimiento humano, sino en un lecho de carbón ardiente y azufre esperando volver a saciar la sed y el hambre que la violencia despierta dentro de ti. El sentimiento más oscuro que puede albergar una mente humana.
Esas voces que cada vez se hacen más fuertes. Cada vez te dominan más, cada vez te piden más sangre, más violencia. Que día tras día lloran desesperadas para que cedas a su chantaje, manipulando tu cerebro hasta el punto de dejar al corazón decidir por ti, perdiendo toda la humanidad que queda en tu interior, notando cada mililitro de sangre recorriendo tus venas, escuchándole tragar y jadear después de cada trago. Escuchando a tu corazón, marcando con tambores de guerra, el paso de tus acometidas violentas, gritándote desde lo más profundo de tus entrañas, pidiéndote la saciedad, ordenándote el asesinato, la tortura, la crueldad. La piedad... la piedad es para los débiles.  Incontrolable, imposible de manejar, como un autómata poseído por sus miedos, por su propio terror, por el terror que tú mismo cosechas. Con las cadenas que ataban tu cordura marcando tus muñecas y enrojeciendo los rumores que se abalanzan sobre ti despojándote de tu ropa y de tu protección, dispuesto a lanzarte al campo de batalla en plena enajenación colérica. Y ellas, ¡ellas no se callan ni un segundo! no las oyes, pero las sientes dentro burlándose de ti, recorriendo tus oídos tímidas y suplicantes para no darte a entender tu enfermedad tan directamente, esa dulce enfermedad, tan refrescante y tan oscura. Sólo quieren que liberes tu ira. Solo contra el mundo, lleno de vida, pero vacío de humanidad, deseando sentir la sangre tibia escurriendo por tu cara, por tu cuello. Deseando sentir la sensación de poder al segar almas sin compasión, deseando dar rienda suelta a tus instintos más primitivos. Sentir miedo de ti mismo, mirarte al espejo y sólo ver una sombra de lo que la bondad fue en su día. Ver corrupción y muerte...y sonreír.
 En la tortura, en el fuego, en la súplica de unos ojos vacíos y temerosos, en su reflejo estás tú, temible y despiadado. Disfrutando. Convirtiendo en un drenaje macabro el dolor inhumano de tu víctima en un placer indescriptible estallando en tu pecho, mientras tu corazón ríe entre jadeos y convulsiones. A cada grito más sonrisas, a cada sonrisa, más energía pura recorriendo con arena y sal tus venas, narcotizando tu sistema nervioso, sintiendo el placer del dolor, con los ojos inyectados en sangre, perdiéndose en la inmensidad de un psicótico amanecer.
La necesidad de mezclar fluídos, de notar cómo los vapores se desprenden de su cuerpo inerte, abierto como un libro, supurando y formando charcos de esa esencia en la que quieres ver sumergido tu cuerpo, siempre necesitas más. La exploración de sus entrañas aún calientes, rozando el abrasamiento. Empaparte de su vitalidad, sentir que aún con sus tripas desparramadas por el suelo sigue suplicando por su vida. Su sueño y su silencio te dará el vigor para mantenerlo consciente todo lo posible, que disfrute contigo, que disfrute de la belleza de la muerte y del dolor, que sienta su miserable relleno lejos de su cuerpo, que consiga la ubicuidad en lo carnal y que su mente sepa asociar el acto divino con su desesperación. Como un verdadero Dios, juez y verdugo, asesino y justiciero. La orden y el caos.
Y sólo así, la paz con tu conciencia, conciencia negra, manchada. Conciencia triste e intranquila. Pero las voces permanecerán calladas.

domingo, 11 de agosto de 2013

En algún rincón de mi mente.

Procuro dormir siempre con música, porque así me quedo mucho más tranquilo, más relajado al saber que las voces que me acosan no están sólo dentro de mi cabeza... y joder, cómo gritan.
Sin embargo son suaves y sanas, con tacto esponjoso en su etereidad, y sé que cuidan de mi y que velan por mi cordura. Mi enferma y podrida cordura, mientras latentes palabras se amontonan en mi cabeza. Nada nuevo, me he sentido así miles de veces, pero con el aliciente de la seguridad de que mis pensamientos son míos, y sólo los puedo escuchar yo. Con la seguridad de que no los escucha nadie más, aunque a veces sean tan fuertes e involuntarios, sabiendo que soy yo el que domina mi cabeza y mis impulsos, y no al revés.
Creo que mi corazón llora en soledad, en los cauces sangrientos que mis lágrimas de lava graban en mis mejillas al recordar la pena que me aflije. Y ahora que tengo la tranquilidad necesaria para escribir no escribo, y la inspiración me seduce a ratos envolviéndolo todo con falsas esperanzas de ilusión moribunda por una descripción pobre y mediocre sobre un papel, como un niño con zapatos nuevos buscando un charco de barro con el que estrenarlos. Pero sí, creo que mi corazón llora en soledad, en la soledad donde yo esperaba escribiendo, en la soledad donde aprendí a esperar, en la soledad donde me hubiera gustado escribir mis más bellos relatos.
Creo que más que llorar, entra en un intento desesperado de llamar la atención, latiendo de forma inhumana, buscando algo que sentir, algo por lo que luchar. Buscando escribir, escribirme, vivir escribiéndome, latir desenfrenado mientras me escribe, llorarme en litros de lágrimas y sudor, sumergirme en no tan bellas palabras. Él es el que manda, al fin y al cabo, y hay que aguantar sus designios con desdicha, no queda otra.
Y desde lo más profundo de mi mente, en el rincón de mi soledad, me pregunto... ¿qué queréis? no necesito vuestro consuelo, ese consuelo que tengo por tormento y por castigo. No es necesario que penséis por mi, no quiero que sigáis hablando sin mi permiso, no quiero permitiros la libertad necesaria para acabar tomando el control de mi mismo, de mi mente. No pensé, de hecho, que algún día os otorgaría la importancia necesaria como para escribir sobre vosotros... o vosotras. O lo que sea.
Claro que jamás había pensado tantas cosas de forma tan intensa e involuntaria, tan alto que es como si pudiera escucharlo, en ocasiones. Pero no, sé que mi demencia no llega a tanto, sé que lo mío es locura y no enfermedad. Temo que mi cabeza lo acabe tomando en serio causa de tanta sugestión. Pero son sólo pensamientos.


"Sueños de plata, recuerdos de oro, todo ello grabado en platino con punta de diamante".

viernes, 12 de julio de 2013

La ignorancia de la razón.

Revelándose contra el viento, cortando el aire que, paradójicamente, ahoga al individuo y lo sume en un estado total de descontrol. ¿Dónde se ha de detener? se pregunta. ¿Cómo es posible emitir tales juicios con tamañas lagunas de conocimiento? Luchando contra el fuego con magma, roca fundida para vencer al primer enemigo que tuvo el ser humano. Venciendo al agua con ríos secos y con lágrimas vivas y ardientes que describen parajes intimidatorios en la mente enferma de algunos dedos temblorosos.
Y viene a mi la tierra, tragándoselo todo, emitiendo zumbidos guturales desde lo más profundo de su ser, gimiendo en su muerte mientras devora vidas. Segando las almas de caricias olvidadas en un ayer que nadie conoce, pero que fue el más real de todos los tiempos pasados.
Es en el desconocimiento donde nace el atrevimiento, pues la ignorancia siempre fue la base de la valentía. Ese guerrero que se lanzaba a la batalla menospreciando a su enemigo precisamente porque no sabía a quién se estaba enfrentando. Lenguas insidiosas rellenas de veneno que no tardan en desmembrar un mito que jamás existió, ni existirá nunca. palabrería atizada en la chimenea de la desgana, y su humo evaporado como el alma en la muerte, desvaneciéndose y fundiéndose con el cielo, mojando de lluvia las caras de los mismos necios que trataron de desvirtuar la voz de un demente.


Y dar por finalizado un sueño voluntariamente. No quiero soñar más.

martes, 18 de junio de 2013

Furia berseker.

Los gritos rebotan en sus cabezas como una pelota, sólo hay voces rasgadas y alaridos ensordecedores atizando sus oídos. A puño y espada, asaltan el campo de batalla como primera oleada, firme, cruel, despiadada, fría. Sólo el sentimiento de rabia está presente en ellos. Asesinan sin cuartes ni remordimientos, sin lástima ni compasión, arrasan con todo. A su paso sólo se oye el ulular del viento, aterrorizado ante las horribles visiones de los cadáveres que esas bestias dejan después de la batalla. Los ojos inyectados en sangre proyectan miradas de odio y muerte. No escuchan, no sienten ni padecen. Ni siquiera hablan, sólo gritan y corren por la hierba que muere al ser aplastada por su furia. El pasto se tiñe de rojo cuando entran en combate, y las caras de los enemigos son puras muecas de angustia y dolor. Brazos, piernas, cabezas, cualquier cosa sirve como trofeo, puros animales, guerreros despiadados.
No existe motivo ni arenga, sólo la lucha como forma de vida. Matar sin ningún tipo de remordimiento, sin ningún tipo de norma o regla, solamente por amor a la muerte, amor al odio, adicción a la sangre. Sus cuerpos repletos de cicatrices son salpicados por la sangre de aquellos que caen en sus manos, ante su afilado y frío acero. Puras máquinas de matar, en grito y salto, a vaivenes de espada y mandoble que cercenan gargantas. El gorgoteo de la sangre al asesinar a sus víctimas aumenta su ira, y se vuelven aún más descontrolados. Ya no hay vuelta atrás, lamiendo la sangre de su espada, la furia berséker se ha desatado. Y ya no hay cadenas, no hay dolor. No hay humanidad.


Cuando el sentimiento humano se evapora, sólo queda actuar como una bestia. Para las bestias, el dolor es una sensación más, sin ningún tipo de singularidad, ni ha de ser tomada como algo negativo. Disfrutan del dolor como disfrutan del placer, y ahí reside, básicamente, su insaciable cólera y sus ansias de muerte. Porque en esta vida, a lo único que se le teme es al dolor. Única y exclusivamente al dolor.

lunes, 3 de junio de 2013

Vuelve.

Estoy comenzando a plantearme la realidad de que no existas, y por eso te escribo y te pienso, por eso vivo esa necesidad imperiosa, para que cobres vida por fin. Que tu cabello me azote en la cara y me abrace tu piel. Tener tu amor por castigo. Que mi mente te dibuje a cada momento, y que ese momento sea eterno. Morir tranquilo si es contigo. Escribirte hasta que me sangren los dedos, vivir de tu sangre, que la única comunión, el uno con el otro, sea cada noche a los pies de tu cama. Oír tu voz como música en mis oídos, escuchándote gemir y jadear, aunque sea en mis sueños, plácidos sueños. aunque tenga que soñarte haciéndome el amor, y retratarlo todo a tiempo real dentro de mi mente, sólo dentro de mi mente, gritándome por dejarte escapar. La curvatura de tu voz, tan apetecible como la de tu cintura, suave, blanca, pura. Tu piel casi transparente perlada por el sudor, tímido entre tus poros, deslizándose por todo tu cuerpo, atreviéndose a explorarte. Con la pluma en la mano, sangrando estas letras, pidiéndoles que no desaparezcas jamás, no perderte entre los oscuros rincones de mi mente, no te desvanezcas de nuevo, no me dejes.
Quédate, por favor. Pedirles, gritarles, rogarles, suplicarles por mi vida y tu recuerdo que sigan permitiéndome poder amarte, describirte, sentirte más conmigo.
¿Por qué será? quizá me falte valor para conocerte. Quizá ya te conociera desde antes de saber que soy capaz de guardar tales recuerdos.  Y quisiera recordar todo aquello no vivido pero que con tantísimo ansia anhelaba vivir, que volvieras aunque nunca te hubieras ido.

lunes, 13 de mayo de 2013

Sueño paradójico.


—Te dije que desaparecieras. —Dije con la voz ronca y condicionada por la sorpresa.
—Hola.
—Te dije... —Tomé aire y solté un suspiro de paciencia. —Te dije que desaparecieras.
—Sabes que no puedo.
Su voz sonaba dulce, como siempre. Sonaba nostálgica, sonaba a recuerdos vacíos mezclados con pasos en un bosque. Sonaba a sexo entre las rocas. Su voz sonaba a ilusión que resplandecía mientras se quemaba por dentro, e implosionaba. Su voz... aquella voz me taladró el tímpano, mientras me empujaba un lateral para abrirse paso.

—Hola...

Repetía una  y otra vez, instalándose en mi mente, penetrando en mis sueños. Y no desaparecía, parecía que no pretendía irse. Saludaba, con las manos cargadas, mientras mi almohada, empapada en lágrimas, sangraba sombras.
Saludaba como quien no quiere la cosa, como quien lo olvida todo. Estaba segura, estaba dentro de mi, estaba brotando desde lo más profundo de mi ser, y no podía hacer nada. Quizá se aprovechara de eso.
Si. La vi. La vi quedarse dormida dentro de mi mente, la sentí caminar por los estrechos pasillos de mi comprensión. La vi ablandarme el alma mientras no podía defenderme. Volvió a aparecer, más clara aún.
—¿Qué haces aquí?
Mi voz resonó con un incómodo eco. Y tan siquiera una mirada como cómplice antes de desaparecer entre niebla y agua en aquella habitación. Condenada el ostracismo en mi propio reino. Sabía que no había muerto, allí estaba, y aquí está, de hecho. Rondando en mi piel, cada centímetro cubierto por su halo, su maldito halo.

Cada línea escrita era parte de ella, cada mechón de pelo sirvió para una precisa descripción. Cada palabra se hace redundante en el recuerdo, sin querer. Sin querer.

—Hola... —Una mirada colmada de tristeza, con las cuencas vacías, con el corazón latiendo en la mano. Un saludo triste y desconsolado disfrazado de luces y de color. No entendía nada. No quería terminar de escribir, no quería pensar que, quizá ella no, pero la otra puta insidiosa se marcharía para no volver. Que no volvería a poseer mis dedos, que lo que siento ahora sería imposible sentirlo más. Pensaba, casi con toda certeza, que no quería ser nada certero. Desde luego, la incertidumbre que me invadía no era competencia para el desconcierto, que mi sangre, tan sucia, no la tocarían esos labios. Sin duda, ella no la abrazaría. Pero ahora si, ahora lo hace. Ahora le abraza. ¿Por qué? Me preguntaba sin poder despertar. ¿Por qué? Me preguntaba aún más fuerte. ¿Por qué...?

"Sabes que no puedo, no puedo desaparecer... Hola." ¿No puedes? ¿Por qué?

Porque nadie es consciente de lo que sueña, hasta que lo sueña consciente.

martes, 30 de abril de 2013

Nadie con quien hablar.


Sobre las líneas que jamás se escribieron duermen las conciencias más inquietas, repletas de culpa. De imaginación peligrosa, de mente enferma, de deseos llenos de gloria, gloria manchada de sangre. Siempre hay una historia para alguien que no desea contar la suya, el consuelo de un pobre diablo, de una voz encerrada en el miedo, de una épica abstracta y oscura. Duerme en la verborrea la inseguridad y el nerviosismo, siempre vigilante, pero entre sueños y algodones.

Despertándose entre burlas y párrafos emborronados, saltando borracho sobre las letras. El miedo no sólo surge de noche, no es  en ella donde se encuentra el peligro, las alimañas, la pura decadencia. Es en ese oscuro lugar donde mora el peligro, donde se llora de pena, donde se interpretan los temores. Allí donde todos sabemos.
Donde se controla todo es donde más se desajusta aquello que nos hace actuar con humanidad, allí en la cima, allí desde donde todo se ve, y todo se escucha. Volviéndose enfermo, pudriéndose, engañándose, no sabe salir.

Qué miedo más etéreo y surrealista. ¿Lo estaré viendo sólo yo? ¿Será de verdad? Será, será...
Y ojalá lo fuera. Saber que se  le teme a algo real y no a los fantasmas de la mente, a los demonios imaginarios, a la inspiración dormida. A esa mala puta que dice que llamará y nunca llama.

Y es allí donde la voz calla, donde se despiertan las ilusiones a las seis de la mañana para irse de viaje y no volver jamás. Donde no hay nadie con quien conversar. Con los fantasmas violando la estabilidad de tu equilibrio, con los demonios sodomizando la inspiración, deseando terminar, morir estrellados contra la pared del ego en una orgía de basura y desechos.

Y es allí donde la voz calla, pues los monstruos de debajo de mi cama ya no están. Se han ido. Y ya no tengo a nadie con quién hablar.

miércoles, 17 de abril de 2013

Ojalá pudiera...


Ojalá pudiera coger una cuerda de piano y atarte a una silla. Poder agarrar la cuerda y mientras me miras, con cara de angustia, y lágrimas de terror en los ojos, acercarla lentamente a tu cuello. Susurrarte al oído que vas a morir, que ya queda poco, que no hay vuelta atrás, que quizá después de la muerte ya no haya nada más que vacío y soledad. Sentir tu miedo, lamer tus lágrimas, ojalá pudiera sonreír con cada mueca de terror que hiciera deformar tu miserable cara. Ojalá pudiera comenzar a estrangularte con la cuerda, mirándote a los ojos, observando cómo se vuelven rojos por la sangre, y cómo tratas, inútilmente, de salvar tu triste vida suplicando piedad. Sentir con gusto cómo se apaga tu vida, cómo la llama de tu corazón se convierte en hielo. Saborear cada detalle y cada momento de tu muerte con mis manos manchadas de sangre, sentir cómo un agradable escalofrío recorre mi espalda al ver que no puedes respirar, y que el pánico más absoluto recorre tus entrañas a la velocidad del rayo. Ojalá pudiera ser consciente de que sientes auténtico miedo, en la más pura y completa acepción de la palabra. Que supieras que tu vida toca a su fin, que suplicaras con toda tu alma que después hubiera otra vida. Poder salvarte. Y cuando tu cuerpo yazca muerto, maltratado, desfigurado, deshonroso y para nada pulcro, saborear cada corte que se deslice por tu piel hasta llegar a los huesos, que acabarán hechos astillas maltratadas por mis golpes poco certeros. Convertir tu cuerpo en una amalgama de carne, sangre y odio, mientras observo cómo, convertido en sopa, se disuelve en cal viva. Y reír a mandíbula batiente al ver cómo te conviertes en la nada, y la nada se funde contigo en un ácido y amargo final infinito.

Ojalá...

martes, 9 de abril de 2013

Allí donde tú estés.


Yo estaré allí donde tú estés...

Pensaré por ti, y sentiré por nosotros. y cuando te sienta latir aquí dentro con la fuerza del vendaval de sensaciones que me haces sentir nada más abrir los ojos por la mañana, podré escrimir entre sollozos de alegría y puro amor carnal un sonoro Te quiero al aire, rompiendo la barrera del sonido, y desnudando las nubes hasta que su pavor pueda ser observado por los ángeles, los cuales clamarán de nuevo tu presencia, y se preguntarán por qué marchaste de su vera.

Y clamarán con mil trompetas de oro el pasillo por el que caminarás a tu gloria, con la espalda descubierta y ese fulgor ardiente en los ojos. Sonarán aullidos de clemencia ante un espejo que niega la realidad, pero quiere verla aún así, tocando la verdad con la punta de los dedos. Alzando la vista más allá de las estrellas, sentir la brisa polar penetrando entre las grietas diminutas de tu piel de porcelana, llegando hasta tus músculos para acabar perlando tus huesos, y serás la materialización de la joya que fuiste cuando hablabas sobre la Tierra.

Volverán a nacer los recuerdos por los que paseabas con las manos frías y las orejas desnudas, con vidrio en los ojos y basura en el corazón. Cuando la arena de tu sangre fue depurada por la fuerza de voluntad que te caracteriza. Mirando a los Dioses por encima del hombro, sobre el que reposará tu cabello ardiente, con el fulgor propio del Infierno, sirviendo a la causa celestial.

Al fin serás letras.

jueves, 4 de abril de 2013

Plácida e inocente. (Eva)


Entró en la gélida habitación y cerró la puerta. Observó su delicado cuerpo tumbado en la cama, prácticamente desnudo, apenas cubierto por un camisón de seda transparente, que dejaba ver absolutamente todo su cuerpo, pero adornado con el cristalino reflejo de la tela, que acariciaba su piel. La luz de la luna realzaba perfectamente su cuerpo.

Dormía plácida e inocente, con la ventana abierta, y las cortinas se mecían levemente al paso de la brisa que enfriaba aún más la habitación. Las mantas brillaban por su ausencia, y sólamente la sábana bajera conseguía hacer contraste carmesí con el cuerpo de porcelana que estaba aposentado sobre ella, completamente dormido.
Su cabello, ardiente como el infierno, se movía como se mueven las briznas de hierba en el viento, desparramado sobre la almohada. Sus manos, boca arriba como ella, descansaban una a la altura del mentón, y otra a la altura del pecho cubierto levemente con su nueva piel de seda, el cual se contraía y se expandía con cada pequeña bocanada de aire que entraba en sus pulmones a través de su boca entreabierta.
Su pierna izquierda estaba levemente apoyada, casi en ángulo recto, sobre la otra, y sus pies, perfectamente cuidados, no conseguían tocar el borde de la cama por unos pocos centímetros.
La miraba tan perfecta que le daban ganas de llorar. De pie, totalmente quieto, sin saber muy bien qué hacer. Levantó la mano para limpiarse, aún atónito, un hilo de saliva que había conseguido escapar de su boca, por entre las comisuras.
Se mordió los labios y volvió a observar su cuerpo de arriba a abajo, escaneando cada centímetro de su figura, sintiendo cada pincelada que sus ojos dibujaban en su cerebro, introduciéndose en todos los recovecos de su piel y saboreándolos con la mente.

Sabía que ella era una fruta prohibida. No le consentiría ni un sólo atrevimiento, pero la tentación era brutal. Su cabeza no hacía más que imaginar movimientos de cadera al ritmo de sus respiraciones. En ese momento, observándola durmiendo, plácida e inocente en la cama, podía ver dentro de su mente como se dibujaban sus cuerpos y comenzaban a hacer el amor desenfrenadamente  Era su pasión, su obsesión secreta. Su castigo sentimental y su anhelo más profundo. Se imaginaba cómo sería agarrar con firmeza, pero con ternura su pelo rojo en mitad de un clímax. En su cabeza, ella cabalgaba sin parar sobre su sexo mientras juntaban sus manos y se disparaban miradas de placer.

Su imagen por castigo y su imaginación como verdugo. Marchándose con la pena como compañera, y los ojos inyectados en sangre de la impotencia de no poder desatar la pasión que sentía por ella. Sintiéndose culpable por no poder tenerla, por no poder notar el leve susurro que dejan las manos al acariciar su cintura, como el rasgueo de un lápiz sobre un papel. Cerró la puerta tras de si, con las lágrimas suicidándose desde sus mejillas, y una sensación de arrepentimiento brotó desde su estómago hasta su cabeza al escuchar un "vuelve, insensato" que resonaba terroríficamente en su cerebro. Rápidamente echó la mano a la manilla para abrir la puerta rompiendo el sigilo con el que había entrado minutos atrás.

Pero ella ya no estaba allí. 

jueves, 21 de marzo de 2013

Odio.


No sé si estoy lleno de odio o es el odio el que está repleto de mi. Me consume, me posee, y se alimenta. Soy la explosión de la caja de Pandora, el puro terror, la muerte, la maldad, y la desolación.
Quiero vomitar sangre sobre cuerpos mutilados en una capilla de voces acalladas por los nudillos de la adversidad. Maldad a ultranza, el nivel más extremo de lo obsceno y glorioso a partes iguales, negrura celestial invadiendo todos los rincones de mi piel, mis brazos rezumando sombras, feroces y descontrolados, clamando venganza.

Poder apuñalar carne muerta, desgarrando los músculos con mis propias uñas, pues la muerte llegó cuando ya era tarde, y que los gritos de dolor penetren en mi cabeza y reboten en ella haciéndome sonreír. Disfrutar de la violencia que se introduce en mi cuerpo y recorre mi sistema nervioso dejando la humanidad a un lado. Convertido en bestia, con apariencia humana, comportamiento animal, con la rabia inundando mis ojos repletos de sangre, desorbitados y perdidos en el infinito.
Odio en los pulmones, respirando veneno y fuego haciéndome explotar el pecho. Absoluto descontrol y desenfreno cayendo sobre mi piel purulenta en forma de lágrimas. Y con el único arma de mis manos, conseguir la anhelada soledad, y resurgir desde las profundidades de un océano de lodo y barro tintado con sangre y sudor.
Sociopatía extrema perlada de saliva, tanta hambre, desidia, querer morder mis propios nudillos hasta carcomer el hueso ensangrentado que sostiene mi cuerpo, y estallar en declaraciones de guerra al no soportar el dolor. Gritarle al cielo, sodomizando la bondad, haciendo que las voces que devoran mis entrañas cierren su sucia boca. Llegar a la felicidad plena en sapiencia del infinito e insoportable sufrimiento de los demás. Una burla al amor del prójimo, asesina y cruel, despiadada y pútrida. Sentir su alma estallar en mil pedazos y sus cuerdas vocales desgarradas azotando la espalda de quienes las usaron para contraargumentar mi insoportable agonía.

Marcas lacerantes abiertas que rompen todas mis venas. Ya no hay esencia vital, sólamente lava y lejía devorando las células que se adueñan de todo lo humano que pudiera haber existido en mi. Gritar en la boca de mi enemigo, asustando su rostro con el ácido corrosivo de mi saliva ardiente. Agujerear su piel en un desahogo eterno que mutila cuerpos condenados al ostracismo de la propia vida. Aplastar su cráneo con pisadas de justicia y sentir inmensa alegría al escuchar el crujido de los huesos al romperse dentro del cuerpo de su dueño. Disfrutar con su agónico trance.

Gritos ahogados de vísceras vomitadas sobre el dolor, reventando sus intestinos quemados por el ácido de la discordia. Pura culpabilidad llevada a una esquizofrenia que hace imposible el perdón. Sin piedad, ni remordimientos. Sólo existe el odio.


Después, llegará la soledad, y con ella, la felicidad y el descanso.

lunes, 18 de marzo de 2013

Rostro pétreo.


Mi rostro pétreo vuelve a llenarse de musgo y vuelve a ser invadido por las enredaderas. En mi cara, esa gran losa de piedra, se dibuja una leve sonrisa, una sonrisa falsa atrapada entre barro y arena. Mis ojos, perfilados con martillo y cincel lloran sangre seca por el paso del tiempo, y mi cara se vuelve aún más rocosa y agrietada. El musgo invade cada recoveco y lo llena de verde, mientras la hierba crece dentro de mi cabeza, y mi cráneo se llena de insectos. Mis pensamientos son sólo arenisca, vendavales de agua y vida, que creía morir mientras más se petrificaba. Descansando muy dentro, mi alma ardiendo, tratando de estallar. Tratando de quitarse las cadenas, encerrada en esa prisión de piedra, hueso y piel. Latente, sangrante, sombría y temerosa, lucha por reventar de una vez por todas.
Trato de gritar, pero la piedra ni se inmuta, mis labios permanecen sellados, con ríos de cera escurriendo entre las comisuras, con la llama de un viejo recuerdo que se estrella contra mi, y el mi, se vuelve aún más duro.

¡Y quiero llorar! Pero no puedo. Mis lágrimas ¿Dónde están mis lágrimas? ¿Qué es esta desesperación que me recorre el pecho? ¿Por qué siento esto? Mi voz resuena en mi mente, y rebota en mi cráneo de mármol una y otra vez. El eco se hace  insoportable. Noto las miles de hormigas, escarabajos y gusanos arrastrándose y corriendo por debajo de mi piel rocosa. Me chillan, y no paran de gritar. Trato de llevarme las manos a la cabeza, pero me es completamente imposible moverme. ¿Cómo se controla esto?
Ojalá una catarata de pureza sobre mi. Ojalá fuego abrasador calcinando cada pliegue de mi piel, y penetrando en mis músculos, agrietándolos y haciendo estallar todos los órganos.

Todos los recuerdos de cuando tenía apariencia humana. Todas las sensaciones que pude sentir cuando aún tenía alma. No sé dónde habré dejado el corazón, pero sé que me late a mil por hora, a un ritmo vertiginoso y desenfrenado, una velocidad ridícula. Una pasión que me está haciendo implosionar en una mezcla de arena, insectos y sangre, que acabará reventando en una orgía de deshechos humanos. Una amalgama de órganos y arena lloviendo sobre la ciudad. No puedo soportar esta cárcel de roca abrasadora, mi alma quiere salir. Las manos me arden de una forma horrible, pero no puedo moverme para verlas. La angustia se apodera de mi, y la paranoia se instala como un virus en mi mente. Mi cabeza, repleta de porquería y podredumbre, sucumbe ante la virulencia de ideas macabras que recorren mi columna vertebral a la velocidad del rayo, y un espasmo involuntario me hace vibrar.
Por fin, un gemido gutural se abre paso desde el hueco más oscuro de mi interior, de pronto, de repente, espontáneamente, sin querer, obligándome a romperme, literalmente, en mil pedazos. Y siento cómo vibra todo mi cuerpo, mientras se descompone, y se esparce por el cielo.

Me siento caer en forma de lluvia sangrienta y podrida sobre la ciudad, sobre los rostros de la gente que, impasible, continúa con su vida, como el que oye llover. Ya no puedo gritar más.
Ahora sólo soy lluvia.


Pero sigo sin ser libre.

viernes, 15 de marzo de 2013

Mujeres.


Trata de pensar en lo más bello que pueda tu mente imaginar. Trata de buscarle la lógica a la locura, lo divertido a la cordura, la razón a la sinrazón, o la luz a la oscuridad. Imagina que tus sueños se hacen todos realidad a la vez, como por arte de magia. Imagina que tu vida se llena de sonrisas y de lágrimas de un día para otro. Que lo tienes todo y a la vez nada. Que tu único motivo para levantarte por la mañana es seguir envenenándote con esa droga que sabes que no hace más que destruirte  pero que aún así, sigues pinchándote para sentir ese orgasmo en el pecho que te hace reventar de placer por dentro. Mecer tu cuerpo en una hamaca sobre la hierba. Trata de imaginar la pasión materializada en curvas y piel transparente. Buscarle lo bello a los celos, poder morir de amor. Trata de buscar lo obvio a lo complejo, la belleza en la fealdad, o la habilidad en la torpeza. Trata de sentir el cabello ardiente enredándose entre tus manos, abrasándote las articulaciones de los dedos. Trata de sentir las arrugas de un árbol como sientes la fina arena de una playa en los pies. Imaginar a la madre de todo, el amor de una hermana, el cariño de una hija. Trata de imaginar la razón de ser de la raza humana.


Trata de sentir.

viernes, 8 de febrero de 2013

Erotismo (Parte 4)


Parte uno: http://ejercitodepalabras.blogspot.com.es/2013/01/erotismo-parte-1.html
Parte dos: http://ejercitodepalabras.blogspot.com.es/2013/01/erotismo-parte-2.html
Parte tres: http://ejercitodepalabras.blogspot.com.es/2013/01/erotismo-parte-3.html

Me eché un poco para atrás, sin alterar mi posición, y agarre mi miembro, casi tan húmedo como ella, y comencé a darle golpecitos en el clítoris. A cada golpe, su cuerpo se movía por convulsiones, y me pedía jurando por una infinidad de cosas que se la metiera de una vez. Nuestros fluidos se mezclaban y emitía un sonido muy sucio y excitante, y no pude más.
 Noté como mi pene acariciaba las paredes de su vagina, y como ésta iba devorando mi miembro con la dulzura de la porcelana. El placer fue descomunal. Mi cuerpo comenzó a tensarse y ella gritó como una descosida, la saqué y volví a introducirla rápidamente, mientras ella no paraba de gemir y gritar, con el reverso de una mano en la boca y el otro brazo detrás de su cabeza.
Comencé a embestirle mientras sus gritos se dejaban oír y de su garganta no brotaban más que gemidos. Sus pechos se movían arriba y abajo con cada uno de mis empujones, y nuestros cuerpos ya habían comenzado a sudar.  Giró la cabeza para observarme con esos ojitos inocentes mientras se mordía los labios, y sus manos habían bajado hasta su clítoris, el cual masajeaba sensualmente mientras continuaba follándole.
La sensación era cálida y agradable, y contrarrestaba el frío que sentía al sacarla, con el calor que me invadía el cuerpo cuando volvía a penetrarle. De pronto se alzó, y se puso de rodillas para besarme. Mis manos acudieron a su cintura, y la saliva comenzó a fluír entre nuestras bocas.
Colocó su cuerpo en la cama sobre las rodillas, y sobre sus manos, elevando su trasero, y encorvando la espalda de una forma que hizo que mi corazón latiera aún más rápido.

-¿A qué esperas? Fóllame, joder.

Mi cuerpo reaccionó de inmediato, y me coloqué de rodillas justo detrás de ella. Su coño estaba hinchado, enrojecido y muy húmedo, y con las piernas cerradas en esa posición, parecía una pequeña hamburguesa. Mis manos agarraron sus caderas, y noté cómo una de sus manos había agarrado mi miembro, y lo había colocado en sus genitales. Por instinto, empujé.

domingo, 3 de febrero de 2013

Que todo vuelva a su ser.


Hoy he vuelto a soñar contigo.
Te he visto tan cruel, tan despiadada, tan fría.. Te he visto repleta de la maldad que tuviste por antónimo en su día, y te he visto tratando de hacerme sufrir.
Pero creo que el problema real es que te he visto, a secas. Y no, no quiero verte más, quiero que desaparezcas. Me compensa sacrificar todos los recuerdos buenos con tal de que no vuelvas a aparecer en mi cabeza jamás.
 Te quiero aquí, con todo, o no te quiero.

Toda mi vida se resume en la épica que he pasado contigo: Creación de lo más bello con el esfuerzo de un titán, para verlo hecho piedras y astillas calcinadas en un instante, en lo que dura un parpadeo, en lo que dura un beso de otro hombre. Giros crueles del destino, sin ton ni son. ¿Por qué lo destruíste todo?
Pero no quiero volver a crear nada. Me niego a construír un paraíso de nuevo para verlo convertido en un infierno. Me niego a que vuelvas a dejar arder mis ilusiones, a jugar conmigo. Me nuego a volver a darte mi cuerpo en vano. Aquella noche, aquellos días posteriores. Jamás me he sentido tan sucio, tan patético, tan engañado... tan arrepentido. Ahora si, arrepentimiento es la palabra adecuada. Nuestros brotes de amor no fueron de saber amar, ni mucho menos, y tú lo sabías, y tú dejaste que ocurriera. Me arrepiento de ti, de mi, de nosotros, de nuestro mundo, de todo.

Que todo se muera, y que jamás vuelva a nacer. Que sean recuerdos estériles donde jamás tengas cabida para volver a germinar. Que todo vuelva a ser olvido o ignorancia. Mi gran error fue dejar que me enamoraras. Mi gran error fuiste tú.

¡Maldito subconsciente! Has vuelto a aparecer en mis sueños. Cómo me odio. Con la pesadilla vinieron todos los recuerdos de aquella puta isla, aquella puta isla, aquella puta isla, distorsionada dibujada a lápiz, obra de las manos del Diablo, emborronada y repleta de tachones y marcas. Un borrador de lo que podría haber sido nuestra vida allí. Todo nuestro puto mundo. Jamás crearé nada tan bello. Jamás te has merecido que lo hubiera creado... Y ni por asomo volvería a hacerlo.

No quiero ningún recuerdo con tu presencia. Ni los buenos ni los malos. Los buenos recuerdos inundan mi corazón y convierten mis ojos en una fuente que no quiero en mis dominios. No quiero nada. Ni tu infinita promiscuidad, ni tu adorable rostro, imán de hombres sin corazón. Descarado demonio pelirrojo, tenías que crearle a ella, tenías que imaginarle, tenías que retratarle... Eva.

Tuviste que aparecer en mi vida, y ahora sólo deseo, con toda mi alma, que jamás hubieras aparecido. Ahora, después de todo aquello, sólo deseo que jamás te hubieras cruzado en mi camino.

Quiero que todo vuelva a su ser, que las lágrimas sean lágrimas, que el alma sea alma, que la mente sea la mente, y que todo sea tinta.

martes, 29 de enero de 2013

Desaparece.


Paso por nuestros lugares y recuerdo con nostalgia esas frías mañanas donde lo único que imperaba era una despedida. Escucho nuestras canciones y se me llena el alma de buenos recuerdos y sensaciones. Símplemente pasar la mano por aquel cuadro que pintaste para mi, y que ahora descansa en un cajón, me hace sentir que estoy tocando tu piel de nuevo.
Y me arrepiento.

Desearía que esos recuerdos desaparecieran de mi mente, incluso los buenos. Incluso aquellos recuerdos que podían hacerme llorar de la emoción en cualquier lugar en época pasada. Quiero eliminarte de mi cabeza, de mi vida, de mi pasado, y de mis recuerdos.

Me consuela la idea de que, tal vez, algún día, sólo puedas ser una sombra de una mala época, de los mejores, y peores días de mi vida. Quisiera que jamás hubiera existido lo que hubo entre nosotros. Quisiera volver a conocerte para poder decidir no conocerte más.
Sólo el ser humano tropieza dos veces con la misma piedra, y tú fuiste la piedra de mi camino. Sólo deseo poder convertirte en aire, en sombra, en olvido, en nada. Poder suprimirte por completo, y borrar tus recuerdos. Los buenos momentos sólo serán pasto de la oscuridad de la que se alimenta el sufrimiento. Un sufrimiento que no mereces que me consuma.
 No te deseo ningún mal, pero desearía ue te dieras cuenta de todo lo que has roto. Las columnas repletas de enredaderas que, imaginamos, sostendrían los cimientos de nuestro pequeño mundo, cercenadas por la mitad, los valles inundados con infinidad de animales muertos flotando en sus aguas. La Luna y el Sol batallando a muerte en una sangrienta lucha de astros. Los edificios rocosos reducidos a piedras amontonadas sobre una civilización que yace muerta.
Desearía que jamás me hubieras inspirado a escribir lo que escribí. Ojalá jamás hubieras retratado a mi única Musa, a mi único anhelo. Ojalá jamás te hubiera conocido, porque has sido mi mayor error.
Ojalá jamás te hubieras acercado a mi, y ojalá nunca hubieras blandido tu pincel para acariciar el rostro de mi amada, de mi única musa.

Y no sé por qué me sigues doliendo. Dime, si yo no siento amor ¿Qué me duele?
Quizá sea la frustración de saber que he pasado de amarte como a mi vida, a sentir cierto odio por ti.
¡ODIO! Qué palabra... pensé que jamás la usaría de tal modo, contra ti, sintiendo cada letra.
Qué rabia, qué desasosiego. Porque no es un "si hubiera sido así", es un "ha sido, y hubiera sido de todos modos". Porque no había ni remedio ni razón, y sólo podía pensar en los que fueron como yo.


Deseo que la interpretación de la palabra "olvido" lleve tu rostro por bandera. Desaparece.

domingo, 27 de enero de 2013

Erotismo (Parte 3)


Parte uno: http://ejercitodepalabras.blogspot.com.es/2013/01/erotismo-parte-1.html
Parte dos: http://ejercitodepalabras.blogspot.com.es/2013/01/erotismo-parte-2.html

Sus palabras hicieron que mi corazón latiera el doble de rápido, y me mordí los labios. Su coño tan húmedo y caliente.
 Quería, no, Necesitaba meter la lengua ahí y notar cómo nuestros fluidos se entremezclaban. Así que saqué mi lengua y, moviéndola muy rápidamente, acaricié su clítoris con la punta una y otra vez.
 Sus gemidos se volvieron completamente audibles, y ella misma jugaba con sus pechos mientras me acariciaba la cabeza echando la suya hacia atrás.
De pronto, deslicé mi cara entre sus piernas, y mi lengua se introdujo dentro de ella, moviéndose como un pececito fuera del agua, y noté su piel fina y suave acariciar mi cara, y mi lengua ascendió hasta su clítoris de un lametón, repitiendo el mismo proceso varias veces. Sus manos agarraron mi pelo con más fuerza, y mi lengua, ya a la altura de su clítoris comenzó a hacer presión sobre él.
Mis labios lo apretaban, mientras mis manos le agarraban de la cadera. Quería atraer su cuerpo hacia mi, seguir lamiéndole sin parar. Quería continuar dándole placer, y mojando mi barbilla.

 Necesitaba sentir su cuerpo dándome sexo, ya no podía aguantar más de ninguna forma. Me incorporé mordiéndome los labios, y le observé con las mejillas coloradas, y  el maquillaje corrido. Le ordené con dulzura que se tumbara de una forma más cómoda en la cama mientras me secaba la barbilla, y me acerqué a ella lentamente.
Apoyé mis rodillas de forma que mis caderas pudieran chocar con las suyas. Mi pene estaba muy duro, hasta el punto de que casi me dolía. Ella se mordía los labios y respiraba muy fuerte y de forma entrecortada.

domingo, 20 de enero de 2013

Erotismo (Parte 2)

Parte uno:  http://ejercitodepalabras.blogspot.com.es/2013/01/erotismo-parte-1.html

Mis labios acariciaron su cuello con la misma pasión que sus labios pronunciaban mi nombre, y sus manos acariciaban suavemente mi nuca, mientras mi cabeza seguía bajando por su delicado cuerpo.
 Mi boca se encontró con sus pechos, tan firmes y proporcionalmente perfectos, y mi lengua comenzó a jugar con sus pezones a la par que mis dientes, que procuraban un leve estímulo que le hizo estremecerse y sus poros se hicieron más visibles.
Con la otra mano acariciaba el otro de sus senos, y mis dedos concluían entre ellos, masajeando la zona.
Pronto mi lengua comenzó a rodar de nuevo, y besé su ombligo, mientras le quitaba la ropa interior. Acaricié sus caderas, y mi boca continuó bajando muy lentamente por su pelvis.
Mis labios se separaron de su cuerpo, y me arrodillé al pie de la cama, abriendo sus piernas y recreándome en la situación.
Mi boca no pudo evitarlo, y comenzó a salivar  Los deseos de comenzar a lamer sus genitales eran atroces, pero no iba a ser todo tan sencillo.
Acerqué mi boca a su entrepierna, y besé muy suavemente sus ingles, sin llegar a tocar sus partes, mientras que con mis manos acariciaba su culo y sus caderas, y mi cálido aliento humedecía aún más esa golosina, o al menos en eso se había convertido su clítoris, hinchado y latente, esperando a que lo apretara y lo mordiera como una pequeña gominola. Tan sólo la idea de comenzar hacía que la sangre me hirviera.

Mi boca volvió a emitir calor, y rocé su coño con los labios de la forma más leve que me permitieron las ganas de comenzar.
Su cuerpo se estremeció, y comenzó a soltar leves gemidos. Ella tenía tantas ganas como yo, eso estaba claro.
 La temperatura de su sexo y lo increíblemente húmedo y abierto que estaba lo dejaban muy claro.

- Por favor... - Dijo ella entre suspiros. - Joder, hazlo ya. Por Dios...

jueves, 17 de enero de 2013

Erotismo (Parte 1)


Fijó sus ojos en mi mientras su lengua se dejaba ver entre los labios que formaban una sonrisa pícara, y lamió en un movimiento descendente mi vientre hasta llegar al pliegue de mi pantalón, el cual no tardó apenas unos segundos en desabrochar.

Agarró mi sexo, erecto y lubricado, y me volvió a mirar a los ojos. Abrió la boca para que pudiera notar su cálido aliento en mi miembro, y después se apartó para hacerme morir de ganas. Sus ojos seguían clavados en mi, mientras sus manos juguetaban traviesa e inocentemente con mi cuerpo semidesnudo.

Repitió la operación anterior, pero esta vez tocando un poco la punta con la lengua, la cual estaba muy blanda y húmeda.
Y antes de que pudiera parpadear, un cosquilleo cálido y esponjoso se apoderó de mi cuando se la hubo introducido a la boca.

La sensación era cálida y agradable, y pude notar con cierta dulzura cómo su lengua se paseaba temerosa por la parte anterior del tronco de mi pene, cuando aún lo tuviera dentro. Sus labios ejercían la presión justa como para poderse deslizar con total libertad cuando se introducía y se sacaba mi pene de la boca.
Pude notar como de vez en cuando la sacaba de la boca y se molestaba en jugar con ella como si de un polo en verano se tratara, utilizando su lengua, y sus dulces manos de porcelana, clavando sus ojos en mi derrochando inocencia y morbo.
Emitía ciertos gemidos, ahogados por mi polla tapando cualquier vía de escape de aire de sus cavidades bucales.
Y exploté. ,  no pude más, y le agarré firmemente del pelo, obligando a su cabeza a ir para atrás, dejando su blanco cuello libre, el cual mordí y acaricié con la lengua. Sus jadeos conseguían excitarme aún más, y, agarrándole de la cintura le invité con un suave gesto a que se tumbara en la cama.

lunes, 14 de enero de 2013

Vacío


Es una sensación muy profunda, como una especie de basura que se queda enquistada en el ánimo haciéndola imposible de eliminar, al menos por métodos normales.

Una sensación de absoluta soledad, como una presión muy fuerte en la boca del estómago que lucha por salir en forma de gritos guturales, y de dolor en su máxima expresión.

Una explosión de mil agujas desde dentro, la sensación de no poder sacar lo que necesita salir al exterior. Tal vez por miedo al qué no dirán más que a los comentarios, que al fin y al cabo se acabarán desvaneciendo desde el pedestal en el que nunca estuvieron. Un podio bañado en oro, pero fabricado con la podredumbre de un rechazo latente que no se manifiesta, pero se siente golpeando cada rincón del alma.

Una pena que petrifica, una decepción que incrementa las ganas de llorar en un infinito, pero no lo suficientemente potente como para hacer brotar una sola lágrima. Descubir una falsa adoración, sapiente de que el vástago perdido de una celebridad inexistente se creía oro, pero sólo era mena de bronce.

Una tristeza que va creciendo por momentos, lanzada como una bola de nieve en la pendiente de la desesperación, creciendo a cada rato para acabar reventando en mil pedazos contra la pared del ego. La necesidad de reconocimiento aún tratando de quitarse el polvo que mordió tras verse con las ilusiones rotas. Acabar arañando la fama para dejarle sólo patéticos surcos superfluos que acabarán eclipsados con otra nueva promesa.

Y miles de preguntas que invaden mentes ajenas, que en forma de colmena, se conectan con la mía:
 "Aunque la lluvia empape mis sentidos, por mucho que el granizo golpee mi rostro, por mucho que el sol abrase mi piel, aunque toda la tinta vertida en sufrimiento causante de historias grabadas en papel se evapore, jamás dejaré de escribir".

No pretendo que se  me entienda ni que se reconozca mi mérito, puesto que sería mi vida una completa y solitaria frustración continua si eso pretendiera, porque el fracaso sólo es el hermano bastardo del éxito.