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viernes, 12 de julio de 2013

La ignorancia de la razón.

Revelándose contra el viento, cortando el aire que, paradójicamente, ahoga al individuo y lo sume en un estado total de descontrol. ¿Dónde se ha de detener? se pregunta. ¿Cómo es posible emitir tales juicios con tamañas lagunas de conocimiento? Luchando contra el fuego con magma, roca fundida para vencer al primer enemigo que tuvo el ser humano. Venciendo al agua con ríos secos y con lágrimas vivas y ardientes que describen parajes intimidatorios en la mente enferma de algunos dedos temblorosos.
Y viene a mi la tierra, tragándoselo todo, emitiendo zumbidos guturales desde lo más profundo de su ser, gimiendo en su muerte mientras devora vidas. Segando las almas de caricias olvidadas en un ayer que nadie conoce, pero que fue el más real de todos los tiempos pasados.
Es en el desconocimiento donde nace el atrevimiento, pues la ignorancia siempre fue la base de la valentía. Ese guerrero que se lanzaba a la batalla menospreciando a su enemigo precisamente porque no sabía a quién se estaba enfrentando. Lenguas insidiosas rellenas de veneno que no tardan en desmembrar un mito que jamás existió, ni existirá nunca. palabrería atizada en la chimenea de la desgana, y su humo evaporado como el alma en la muerte, desvaneciéndose y fundiéndose con el cielo, mojando de lluvia las caras de los mismos necios que trataron de desvirtuar la voz de un demente.


Y dar por finalizado un sueño voluntariamente. No quiero soñar más.