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miércoles, 30 de junio de 2010

Pompeya. (1)

La sensual y resplandeciente Italia se enorgullecía de sus hermosas ciudades y sus magnificientes valles y volcanes.
El Vesubio, más de 1200 metros de pardas laderas y misteriosas grutas vestía el horizonte de Pompeya. En esa mañana, el 24 de Agosto del año 79 de la Era de Cristo nuestro señor, el cielo prefirió jugar a encapotarse y burlar el poder del sol que antes hubiera bañado Pompeya.
Las nubes tiznaban de gris el ambiente, y el suelo comenzó a crujir. Nadie le dio importancia, pues los geólogos apuntaron hacia la teoría que sería una tormenta provocada por el grandioso Zeus, y que el suelo temblaba por el retumbar de su furia divina. Las primeras gotas de lluvia ya habían empezado a caer, pero eran diminutas, minúsculas. Desde luego no eran de la categoría suficiente como para catalogarlo como una tormenta.

Los pompeyanos, en el foro de la ciudad no le daban importancia a la llovizna que mojaba sus cabellos e incluso su género, y continuaban ejerciendo sus labores matinales. Los hombres compraban frutas, verduras, y jugosos trozos de carne a los comerciantes que desfilaban estáticamente por toda la plaza. Las mujeres, mientras tanto, o permanecían dormidas en sus casas, o estaban cuidando a los niños, dándoles de comer a los esclavos, o comentando entre ellas los últimos rumores políticos.
El suelo continuaba temblando, pero nadie le daba mayor importancia, pues pensaban que se acercaba una inofensiva tormenta, nada más.

De repente, un grito gutural emitido por la rugosa garganta del Vesubio alertó a la población. Ya había empezado...


Continuará...

domingo, 20 de junio de 2010

Misantropía (Anexo)

Siempre me he preguntado por qué he tenido tanta mala suerte en la vida en general.
He pasado toda mi vida como un chico solitario, taciturno, encerrado en mí mismo, siempre. He pasado la mayor parte de mi cortísima existencia preguntándome que es lo que he hecho tan mal para que mi vida sea de esta forma. Siempre me he preguntado por qué la gente tiene ese rechazo natural hacia mí, y las únicas respuestas que he encontrado han sido silencio.

Siempre he intentado buscar ilusiones que me hagan pensar que merece la pena levantarse un día más con una sonrisa y poder ser feliz, pero las ilusiones no llegan. Puede que haya alguna perdida por ahí, pero no se puede envidiar a tus propias ilusiones.
Le envidio porque tiene amigos, y sale con ellos casi todos los días. Le envidio porque hay gente que se preocupa por ella, y siempre tiene un hombro en el que llorar. Le envidio porque entre los suyos es otra más, y le quieren como tal. Le envidio por tener una vida formada, y unos sueños que cumplir. Pero ¿Dónde está mi vida? Mi vida es mi ilusión, pero si le tengo envidia a mis propias ilusiones, éstas se desvanecen.

Siempre he deseado tener un "mejor amigo" en quien confiar, y a quien contarle mis problemas. A quien acudir si necesito derramar lágrimas sobre la hombrera de una chaqueta. Un amigo a quien acudir cuando no tenga nada en lo que pensar y sienta que mi vida va a la deriva. Siempre he deseado poder tener una "pandi" de colegas con los que echar tardes en un parque o tumbados en el césped hablando de nuestras cosas. Siempre he querido saber qué se siente al decir "he quedado con un amigo". Siempre he querido dejar de odiar a la humanidad tanto como la odio, y siempre he querido irme a la cama con una sonrisa en vez de con la vista empañada.

LLoro letras y me molesto en plasmarlo lo mejor que puedo. Me desahogo, escribo y procuro calmarme. Sólo deseo que llegue el día en que mi vida cambie. O que cambie o que se acabe, pero que llegue ya.

viernes, 18 de junio de 2010

Ganador

Bueno, pues resulta que soy el ganador del concurso de relatos breves de Coca-Cola de La Rioja, y estoy como finalista para el nacional de España, deseadme suerte.
El relato ganador ha sido el siguiente:



Cuando cogía sus dos instrumentos, era Dios. Era símplemente el creador de todo, de todo un universo que se alzaba a sus pies. Con ese par de artilugios, él se sentaba en una mesa a escuchar algo de Jazz, algo que le relajase de verdad, cuando quería crear algo bello, algo que dejara un sabor a necesidad de seguir observando esa creación.

Creaba lo que quería y cuando quería, creaba personajes con cadenas, con pulseritas de pinchos, con camisetas negras y con aspecto lúgubre (como él solía ir vestido.. En cambio, otras veces parecía estar más alegre, y subía el volumen de su aparato de música a tope, llamando la atención de todo el bloque de vecinos al escuchar las baterías incesantes y las oscuras guitarras eléctricas que taladraban los tímpanos de todo el vecindario, y con esos dos artilugios se ponia a inventar su propia humanidad.

Nunca lo hacía con un carácter estipulado, sino que, dada su creatividad, prefería experimentar con las diferentes opciones que se le brindaban. Podía hacer que nunca hubiera habido guerras, o que se desatara una tercera guerra mundial. Podía hacer lo que quisiera con esos dos instrumentos: Con un bolígrafo, y su imaginación