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jueves, 21 de octubre de 2010

Torturas nazis. (parte 3)

El palillo comenzó a penetrar en sus encías, haciendo un ruido macabro y agudo. Los soldados sujetaban a la víctima, que comenzaba a revolverse agitando la cabeza con el único resultado de agrabar sus heridas.
Cuando Gerald hubo clavado el palillo, se hechó un paso atrás, y respiró fuerte.
- ¿Hueles eso? - Dijo observando cómo su muñeco de torturas gritaba y ladeaba la cabeza presa del dolor. Unas lágrimas comenzaron a escurrir por sus mejillas - Es la insensatez que se palpa en el aire. Más vale que me digas quién eres, o si no, voy a tener que emplear medidas más serias.
Se quedó mirando al espía, que emitía unos leves y patéticos gemidos desde el fondo de su garganta.
El soldado sólo movía la cabeza de un lado a otro, con el largo palillo ensangrentado clavado en sus encías superiores, justo entre las dos paletas. Un hilo de sangre recorría la comisura derecha de su boca hasta su cuello, donde se perdía en el cuello de la camiseta.
- ¡Dime tu maldito nombre, espía! - gritó gerald, alzando el segundo palillo y clavándolo en la mano de su presa, la cual inetntó levantar el brazo, pero se lo impidieron los soldados que estaban sujetándole.
- Aún me queda otro, y no te gustará saber dónde podría acabar si no te identificas ahora mismo. - La voz del general se había calmado, y ahora despedía un tono desafiante e intimidatorio.
Alzó la mano con el último palillo, pero tuvo que bajarla, pues el espía comenzó a hablar.
En cuanto pronunció su nombre (con una patética pronunciación gracias al pincho que sostenían sus ensangrentadas encías)a Gerald se le heló la sangre.

2 comentarios:

  1. Aquí tienes una lectora/seguidora.

    He estado leyendo alguna entrada y me gusta como escribes :)

    Un saludo!

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  2. las tres entradas de torturas nazis alucinantes te sigoo :)

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