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miércoles, 6 de octubre de 2010

Torturas nazis. (parte 1)

Avanzaba con paso firme por ese lóbrego pasillo con las paredes empedradas. El sonido de sus botas entonaba una sinfonía macabra que llegaba a los oídos de la víctima.
Su nombre era Gerald Lindërr, y se disponía a sacarle toda la información que pudiera al prisonero de guerra que sus tropas acababan de capturar. Le habían llevado frente a Gerald porque no era un soldado común; no vestía de militar, pero sí la identificación como agente del gobierno estadounidense. "un espía" pensó Gerald cuando recibió la noticia.
¿Qué hacía ese soldado ahí sin permiso? ¿A las órdenes de quién estaba? Pensaba averiguarlo, costara lo que costara.
Llegó al final del pasillo, y se colocó enfrente de la puerta a la sala de torturas. Una puerta hecha de madera, pero muy dura y resistente. Presentaba algún astillamiento en la parte baja, como si alguien hubiera intentado derribarla a patadas, pero sin éxito. No poseía ninguna rendija, crista, ventana o comunicación con el exterior, ni nada que permitiera ver lo que había tras ella. La puerta se abrió.

Nada más entrar, Gerald observó la habitación; una habitación hecha de piedra, sucia y maloliente, con una mesa astillada a su derecha haciendo esquina. Más adelante un orinal con deposiciones secas y putrefactas, y emanaban un hedor nauseabundo.
A la izquierda hablaban un grupo de tres soldados alemanes, los cuales llevaban máscaras antigas, por lo que era imposible su reconocimiento e identificación, que se formaron juntando los pies y levantando la mano derecha encuanto observaron a Gerald cruzar ese umbral de dolor que separaban los pasillos de logística militar de la cámara de tortura. Y justo en el centro, sentado en una silla, y con una bolsa en la cabeza, la cual se movía rápidamente debido a la respiración, estaba la víctima. Ese pobre desgraciado que las tropas alemanas habían capturado en sus propias tierras.
Gerald hizo un gesto con la cabeza, y un soldado acudió raudo a quitarle la bolsa de la testa a la víctima, la cual alzó la mirada lentamente, y observó de arriba a abajo la apariencia de el general Lindër.

Llevaba puesta una gorra en la cabeza, de apariencia dura y rígida, con una visera negra que no conseguía ocultar sus ojos azulísimos, y una calavera aterradoramente sonriente en el centro del frontal de la gorra, la cual ocultaba también su pelo dorado y corto, ya que sólo se le podían observar las patillas a medio cortar presentando sus orejas medianas, proporcionales a la cara.
Su nariz perfilada y redonda quedaba en armonía con sus poco abultadas mejillas, a diferencia de sus pómulos, que sobresalían marcando sus facciones.
De mentón grande y firme, con un hoyuelo en el centro de la barbilla, y con unas mandíbulas muy marcadas, lo cual le convertían en un hombre atractivo. Rozaría los 35 años.
Su uniforme militar, negro y gris, como el de los soldados que permanecían de pie en la sala, lucía más de 5 medallas al valor, dos "s" en la solapa derecha, y una esvástica en la solapa izquierda.
Los pantalones se sujetaban gracias a un cinturón con la misma calavera que la de la gorra, y su pose terrorífica, con los dedos pulgares apoyados en éste, hacía que los otros dedos de la mano cubierta por unos guantes de cuero negro se deslizaran hacia sus piernas, las cuales permanecían abiertas, ofreciendo una imagen terrorífica, respetuosa, e incluso magnificiente.

La víctima, un hombre vestido todo de negro, con el pelo canoso y con apariencia frágil, tendría unos 30 años, y los ojos se le comenzaron a llenar de lágrimas mientras temblaban al ver la siniestra figura del general.

Gerald masculló algo en alemán, y uno de los soldados se acercó a la mesa, rebuscó algo en los cajones inferiores, y sacó de uno de ellos una manta con lo que parecían ser objetos metálicos en su interior, ya que se escuchó un leve tintineo en la recogida del material. Lo dejó en la mesa, y se apartó para juntarse con sus compañeros.

Gerald miró a los ojos a su víctima, y con un acento germánico, y una voz grave y terrorífica dijo:
- Vamos a empezar. ¿Te parece?.
Sonrió, y se acercó a la mesa rompiendo su pose sobrecogedora.

6 comentarios:

  1. El texto está genial, me ha encantado la descripción que has hecho de Gerald Lindër, en serio.

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  2. Muy buen texto, eres muy bueno al decir los detalles de una situación, una persona y una habitación.

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  3. wao oye sabes que te voy a dedicar esta que me llego con lo profundo que escribes
    - El sentir de tus palabras me hizo ver que hay un mundo feliz y uno triste y que solo se que hay una persona qe avanza sus sueños para encontrarte pero solo ve la salida de mi dolor que se encuentra en la inspiracion de tan bellas poesias que hacen que mis lagrimas broten y se den a la luz con mis manos yo agarrare los detalles de tu corazon y los guardare en el mio y.... ñah ehh se me fue la inspiracion :) pero ya sabes que es para ti escribes genial sigue asi

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  4. oye tio... xD mmmm no pienses mal no soy anonimo soy anonima :) !! fan de daniel y de ztukk! yehsa :DD contactame si te gusta mi modo de pensar

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  5. Enhorabuena por esa vocación descriptivo-literaria, es de envidiar, que lo sepas.
    Tus relatos y en general tus aplicaciones narrativas de psicologías me gustan bastante; si quieres echa un ojo a estas humildes palabras:

    http://wp.me/3G0AA

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