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martes, 10 de mayo de 2011

El calor de la noche.

La noche. Todo el mundo le teme a la noche; La oscuridad, los peligros, las alimañas, el frío..
La noche, sin duda, es un gan peligro, pero mira más allá, observa que no todo lo que la noche arrastra es malo, sino todo lo contrario....

En las ciudades se escucha el murmullo de un jazz desafinado. A la luz de la luna, los saxofonistas entonan una agradable sinfonía que llena de sesgada paz las calles penetrando en los edificios y llegando al corazón de la gente.

Sienten la brisa sonora acariciar su cara, y permiten que la dulce melodía entre en su alma, para sentir el calor que los saxofones irradian en la noche acariciados por manos expertas.
Una pareja se siente atraída por los cantos de los instrumentos, y se dan amor el uno al otro. Se sienten como una sola persona dentro de su morada, abrazados. Y las estrellas observan su pasión ardiente, sienten el calor de la noche.

Los chavales juegan en la playa casi en absoluta oscuridad. Sólo el manto de estrellas y luna llena que explota en el firmamento ilumina sus rostros. Lo sufiente para sentir el frío pero agradable tacto de la arena fina haciéndo el amor con sus pies desnudos, y encontrar con las manos la faz de su media vida, y besarse mientras la luna sonríe delicada, como una gran bola de helado de nata y vainilla azucarando la Tierra.
Las ciudades costeras se llenan de vida, y la gente se divierte. El olor de sus bazares, la poesía de sus juglares urbanos, el arte de sus músicos callejeros, vendedores ambulantes y mucho camino por delante.
Los niños se duermen en los hombros de sus padres, debido al cansancio de todo un día colmado de cosas acabadas, y por fin como cúspide la noche que ofrece poder y calor a las entrañas de un cuerpo pequeñito, pero repleto de vida, que acarician su cabello sedoso mientras sonríen, se miran, se cogen de la mano, y se dicen "te quiero" sin decir nada. Y parten hacia su morada.

En la noche, los cometas rozan la bóveda celeste, y saludan con sus estelas ardientes al universo, que siente su magnificiente poder, y su calor ígneo pero incorpóreo. El calor de un astro.


En la noche, un joven decidido se sienta delante de un boli y un papel, y con un ejército de palabras en la mente, y otro de lágrimas en el corazón, piensa que al fin y al cabo no todo es tan malo, que si hay tanta maldad es porque existen las personas nobles. Si la oscuridad intenta imponerse una vez se haya marchado el sol, las estrellas estarán ahí como gusanos luminosos, con sus chiribitas centelleantes, como salpicones de pintura blancuzca para recordarnos que, aunque el sol se haya ido, sigue habiendo luz al final del tunel, y que por tenue que sea, no desaparecen de un día para otro. Ni siquiera en un millón de años.


"Están ahí para recordarnos que del miedo nace la esperanza. Del mal nace el bien. De la luz nace la oscuridad. Y de los sueños nacen las ilusiones, así como las ilusiones son el único sentido de nuestra vida. 
¡No pienses, siente! Siente el calor de la noche."

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