Todos los textos que se muestran en este blog son originales, y creados por Daniel Montes, administrador y creador del blog. Si ves cualquiera de estos relatos o textos en otra página que no sea esta, NO pertenecen a esa persona, y significa que han sido copiados.
Si te enteras de que alguien está usando los textos de este blog como si fueran de su propiedad, te ruego que me lo notifiques para tomar las medidas oportunas. ¡Gracias!

sábado, 18 de febrero de 2012

Estás de la olla.


A veces todo resulta tan dificil que es desesperante. Ahora mismo hay una especie de soga atada a mi garganta, casi de forma literal. Y me vuelvo  a rascar la cabeza, solo de nuevo, tratando de buscar algo para desahogarme.
¡Oh! y vuelvo a tirar tus corazones al mismo oscuro rincón. Al mismo rincón de donde los recogí hace unas horas pensando que mi Rosa de los Vientos todavía no se había marchitado. Pensando que la luz al final del túnel brillaba. Pensando que no serías capaz de ofenderme hasta el punto en que lo has hecho. Pero ya no. Y cada martilleo de mis dedos contra el teclado es una punzada de dolor, que lo sepas, pero es que ya es suficiente. Ni 5 horas. Ni 5 putas horas.

Sé que podría escribir páginas y páginas,  sé que podría adornarlas con estúpidos complementos y reflexiones dignas de estudio, pero no serviría de nada. En realidad quiero escribir, pero las ideas se me abotargan tan rápido, y con tanta violencia en el cerebro que no me da tiempo a escribirlas todas sin mosquearme conmigo mismo por no ser capaz de hacerlo más rápido. ¡Escribe, anormal!.
Qué más da, si total, después de escribirlo será cuando se me ocurran esas frases brillantes que hacen que un texto mediocre se convierta en una obra de arte. Arqueo las cejas y aprieto los labios. Esta vez no hay lágrimas.
Están ahí, si casi las veo, las siento, las noto, las oigo, pero no salen. No se atreven. Ya están secas, y ya se ríen de mi. ¿Llorar otra vez? Colega, piensa un poco, que ya está bien.

Estás de la olla, Dani. Estás de la Olla, y te lo repito por si no te ha quedado claro: Estás de la olla, y no pienso disculparme. Aunque me pidas que te repita lo último que  te he dicho como diciendo: Sabes que acabas de ofenderme, espero que tu siguiente palabra sea "perdón". Pero no, vuelvo a repetirlo, porque obviamente lo estás. Estás de la olla, y va a ser con lo que te quedes. Con eso sólamente. Porque con una frase en 2 segundos, puedes destruír todos los sentimientos que se han ido forjando durante años.

Estás de la Olla.

1 comentario: