Entre las mangas de la camiseta se observa el heno que sobresale de la figura, y los dos palos que forman las muñecas, con un par de guantes blancos atados a sus extremos para simular las manos. Inertes, muertas, vacías, sin movimiento. Sólo el viento mece la siniestra marioneta clavada en la tierra, pues las nubes comienzan a desahogar sus penas, y su llanto se descarga sobre el mundo.
Sobre la cabeza, conformada por un remiendo de diferentes telas, y un par de ojos, nariz y boca, a su vez trazadas a mano con un marcador, se apoya un sombrero de paja de color amarillo desgastado, con remiendos en la corona vertical de unos 30 centímetros que sobresalía por encima de la base.
- ¿Qué haces aquí clavado?
- No lo sé, no tengo motivos para no estar aquí.
- ¿Cómo has llegado hasta aquí?
- Siempre he estado aquí. Tenía ilusiones, pero símplemente se fueron, así que volví a la tierra, de donde jamás debí haberme ido.
Su voz suena como una sierra metálica que se topa con un clavo serrando una viga.
Un espantapájaros descansa clavado en la tierra, y la lluvia azota ya con furia la totalidad de su esperpéntica forma. Un espantapájaros sin ilusiones, cuya única función es esperar clavado en la tierra hasta que algún ser venga a deshacerse de él. ¿Y sus ilusiones? ¿Dónde está aquello que anheló conseguir un día, y por qué volvió a su condena voluntariamente?
¿Quién merece perder sus ilusiones para quedar clavado como un espantapájaros en la tierra, sin nada a lo que aspirar?
El espantapájaros levanta la cabeza, y observa la violencia de la tempestad. Sus ojos tristes y mojados, hinchados del llanto desesperado del tedio infernal de preguntarse una y otra vez el por qué de su creación, detallan el paisaje.
El Arco Iris se dibuja flamante en el cielo varias horas después.
- Dime, ¿Qué mano insensible te clavó en la tierra segando tu vida?
El espantapájaros ya está vacío. Relleno de heno y hollín, pero vacío. Nada, absolutamente nada le entristece más que saber que un día, tuvo una ilusión para escapar de su cárcel de tierra, y que aún hoy por hoy descansa en algún recoveco escondido entre las sombras de su cuerpo inerte.
Lo escribiste (o publicaste al menos) el día de mi cumpleaños, lo cual hace que esa sensación tan agradable que me aportaba se multiplique. Como si hubiese sido escrito solo para mí, lo cual me encanta.
ResponderEliminarMuy muy bueno, en serio. Habrá que ver la peli. Emocionas escribiendo. Sigue así.
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